Por: Gabriela Balbontín Steffen
El modelo cooperativo es un modelo de negocio consolidado en las principales economías del mundo, que ha demostrado ser eficiente para descentralizar un territorio y distribuir riqueza entre sus habitantes.
Alrededor del 15% del PIB mundial es producido por cooperativas y en Europa se llega al 20%. En Nueva Zelanda, las cooperativas representan el 15% del PIB, mientras que en Chile solo llegan al 1,5%. En Francia, el 50% de los agricultores pertenece a una cooperativa y en Estados Unidos, el 26%. En Italia, el 14% de las empresas son cooperativas y en Holanda tienen una participación de mercado de 70%.
Una cooperativa se define como una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada.
Las cooperativas surgieron en general como herramientas para solucionar los defectos del mercado. Ese origen defensivo ha generado una cultura que considera a las cooperativas como entidades muy politizadas, lentas en sus decisiones, apáticas, con retornos de aporte de capital bajo o nulo, con ineficiencias organizacionales y con mal manejo empresarial.
Esta fue la realidad de este modelo hasta la década de los ochenta.
Con la globalización hoy se habla de un cooperativismo 2.0, donde la gestión empresarial se ha profesionalizado y este modelo de negocio compite de igual a igual con los otros participantes del mercado, nacionales y extranjeros.
La evaluación de desempeño de una cooperativa moderna se hace sobre la base de los resultados económicos en un concierto global en el que se compite por costos o por valor agregado.
Por lo tanto, en este nuevo modelo hay un cambio de estrategia importante. Pasamos de la ofensiva al ataque: hasta los años ochenta, la estrategia ofensiva defendía el valor de los activos empleados en la producción. Aquí el socio-cooperado solo recibía beneficios como usuario. A mediados de los noventas, con la globalización, se agrega valor a los productos commodities y el productor sigue recibiendo beneficios como usuario, pero ahora también como inversor.
Cooperativas emblemáticas del sur de Chile
El sector cooperativo tiene una importante historia en las regiones de Los Ríos y Los Lagos, en los diversos rubros agrícolas. En la Región de los Lagos se calcula que existen 265 cooperativas vigentes, 9,2% del total nacional. (Minecon, 2015b: 41).
La deficiente gestión empresarial, las erráticas políticas públicas, las prácticas asfixiantes de las grandes transnacionales, cada vez más concentradas, dejaron en el camino a quienes no pudieron adaptar su explotación tradicional o hacer las inversiones necesarias en genética, tecnología, conocimiento técnico y capacitación. Este fue el caso de la lechera Calo, cuya quiebra en 1981 y posterior adquisición por parte de Loncoleche, que a su vez fue adquirida por Watt’s, marcó una época oscura para el cooperativismo y la estabilidad de los productores lecheros. Una historia similar sucedió con Cafra (Cooperativa agrícola y lechera de Frutillar) y Chilolac (Cooperativa agropecuaria Chiloé).
Esta tensión fue desafiada por la llamada “niña bonita” del cooperativismo lechero: Colun (Cooperativa Lechera La Unión, que cuenta con 700 cooperados), quien ha relevado los aspectos positivos del modelo. Esta mala prensa histórica se convirtió en “la magia del sur”: productos de calidad elaborados con leche no reconstituida, por productores tradicionales, felices, amantes de su labor y de sus animales. Una marca que industrializa productos lácteos con parámetros éticos y regionalistas. La contracampaña de las corporaciones no se hizo esperar, pero todo parece indicar que los valores del cooperativismo hicieron mucho sentido a la opinión pública o consumidor final, que está dispuesto a pagar un poco más por un producto de mejor calidad, que se alinea a su propio marco valórico.
Colun ha sabido adquirir y adaptar su estructura a un modelo cooperativo moderno, para equiparar la cancha en la que se compite con los grandes holdings transnacionales, al invertir sus utilidades en tecnología, eliminar intermediarios y consolidarse como una gran empresa. Actualmente es la líder en el mercado en cuanto a procesamiento de leche.
La Investigación
El caso de Colun es largamente analizado en el libro Asociatividad del sector lácteo en la región de Los Lagos. Una alternativa para la competitividad y el desarrollo del capital social regional, investigación realizada por la doctora Sandra Ríos-Núñez, junto a Gonzalo Delamaza, Jael Goldsmith y Rodrigo Mardones. En esta publicación se analiza la historia de las distintas cooperativas lecheras y cómo los factores políticos, de mercado y las distintas prácticas en su gestión han conducido a su éxito o fracaso.
El estudio responde a interrogantes muy relevantes: ¿Cómo funcionan las cooperativas en otros países? ¿En qué se diferencian con las de nuestra región? ¿Qué podemos aprender de ellas? ¿Existen políticas públicas que impulsen la asociatividad? Analizar estos temas, conocer otras realidades, tener como referencia experiencias que ya llevan un largo camino, es el primer paso para avanzar hacia un modelo cooperativo regional exitoso. “Ahora las cooperativas están de moda. Con eso hay que tener cuidado, porque cuando un concepto se pone de moda puede ser solo el concepto, pero hueco. No se pretende generar un cambio estructural, sino que se trata de un modelo de los tantos posibles. Y vamos a empezar a con estas cooperativas y con los productores que estén interesados”, dice la doctora Sandra Ríos.
Una de las preguntas que Sandra Ríos se plantea al comenzar la investigación, es por qué, si este modelo trae consigo tantos beneficios, no ha podido instalarse de manera exitosa en la zona. “Los líderes en el mercado lácteo son cooperativas. Pareciera ser que es el modelo que mejor se adapta a las características de los productores lecheros”.
Los aspectos que aparecen como relevantes para el éxito del modelo cooperativo son individualizados y desarrollados en esta investigación generada en el Centro de Estudios Regionales (CEDER) de la ULagos.
El primer factor es la confianza, que se traduce en las brechas existentes para desarrollar vínculos a través del capital social. Es decir, el capital que permite que la gente coopere para lograr objetivos en común sobre la base de un conjunto de normas y valores compartidos. Para que la cooperación sea exitosa debe haber relaciones de confianza.
Segundo: el liderazgo. Este es punto muy importante, porque un modelo cooperativo necesita de un líder que nazca de su seno. Se puede observar cómo en Colun el liderazgo de un gerente particularmente hábil, que ocupó el cargo durante veinte años, hizo saltar a la cooperativa hasta donde se encuentra hoy. Es relevante observar estabilidad de la gerencia en Colun, ya que en 65 años apenas hubo cuatro gerentes. El líder destacado surgió desde la base de cooperados y entregó una empresa consolidada a un gerente externo. Este tipo de liderazgo es importante porque en momentos de dificultad se pone a prueba el espíritu cooperativo, ya que cada socio debe postergar sus intereses particulares para sacar adelante la empresa cooperativa de la que es parte.
El tercer factor de relevancia especial es la organización empresarial. El rol de productor lechero no implica el de comercializador; esa función debe ser asumida por profesionales del ramo que puedan sacar el máximo beneficio para el grupo de productores. Una organización especializada debe tener buenos consejos, directorios y un buen gerente que los lidere. Idealmente la relación entre el gerente de la cooperativa y el presidente debe ser totalmente eficiente, fluida e invocar el primer factor: debe ser una relación de confianza para que el gerente tenga la suficiente autonomía para generar negocios en beneficio de la cooperativa y sus socios. “Por eso, la dupla Grob/Carrasco en Colun funcionó a la perfección durante muchos años” destaca Sandra Ríos.
Un cuarto factor tiene que ver con la localización territorial. Parte del valor que agrega la cooperativa a su producción es su relación con el territorio, su vocación productiva y sus habitantes. En general, las cooperativas se identifican con su geografía, con su localidad. Siguiendo con el ejemplo de Colun, esta cooperativa de La Unión ha reforzado la identidad de su territorio y lo ha hecho crecer y prosperar.
El quinto factor es la capitalización. Las cooperativas no suelen ser sujetos de crédito cuando recién inician su operación, de modo que los cooperados están obligados a asumir el riesgo de financiamiento y, si no están dispuestos, se pueden generar conflictos al interior del grupo de socios cooperados y frenar un proyecto, como fue el caso de Lácteos Patagonia.
El último factor a tener en cuenta en la aplicación del modelo moderno de cooperativas según la investigación del Ceder es el bien superior. El grupo de socios de una empresa cooperativa debe actuar motivado por un bien superior: el objetivo de mantenerse en el tiempo. Si a la empresa cooperativa le va bien, todo el grupo se beneficia económicamente, como grupo humano, como entidad comercial, como marca, mejora la credibilidad bancaria, y con todo esto puede proyectarse en el tiempo.
A estas conclusiones se llegó el equipo de investigadores de “Asociatividad del sector lácteo en la región de Los Lagos. Una alternativa para la competitividad y el desarrollo del capital social regional” al analizar distintos casos de asociatividad que se acercan o alejan del modelo cooperativo en distintos aspectos. Una de las conclusiones alcanzadas por el equipo es que el camino de la asociatividad sería gradual. Predomina lo que llamaron “asociatividad débil o de corto plazo. En esta, los sujetos se agrupan para alcanzar mejores precios de producto o de insumos de producción. Es una asociatividad coyuntural y que está sometida a las fluctuaciones del mercado.
Llamaron “asociatividad fuerte” a aquella de largo plazo que permite al productor proyectarse en el tiempo de manera sólida y sustentable. Este tipo de asociatividad se caracteriza por practicar valores colectivos como compartir beneficios y riesgos, poner el interés del grupo sobre los intereses individuales, entender que los modelos de gobierno corporativo del grupo deben estar profesionalizados y adecuados al mercado globalizado.
Esta investigación fue muy bien recibida por el rubro lechero, lo que se tradujo en la proyección de una agenda de acciones que vayan enredando a la ULagos con este sector de la economía. Primero fue la firma de un convenio entre la Asociación de Cooperativas del Sur, que abarca de Ñuble a Puerto Montt, y congrega a cooperativas lecheras, agrícolas, eléctricas, de servicios y de ahorro y crédito.
En virtud de esta firma, se instaló la cátedra de cooperativismo en la Carrera de Ingeniería Comercial y el el diseño de un diplomado en gestión dirigido a gerentes de cooperativas, basado en la experiencia internacional, y la profundización de la investigación en el área. El mundo cooperativo, y su vinculación con la Universidad, es parte del programa Redes territoriales de Investigación, espacio institucionalizado de diálogos con el sector productivo tendientes a delinear una agenda de investigación pertinente al contexto local, con sentido y de calidad.
Torrencial Lechero
A fines de enero de este año y después de casi cuarenta años se forma una nueva cooperativa láctea en el sur de Chile: Torrencial Lechero (TL).
Su gerente, Fernando Willer, cuenta que TL existe desde el 2016 como SPA, aunque desde sus origines la intención era funcionar como cooperativa, por lo cual este espíritu solidario existe desde su fundación. “Esto quiere decir que todos tienen la misma cantidad de acciones, independiente de la producción de cada uno. En las asambleas, una mano arriba significa un voto. Se puede decir que el ejercicio de cooperativa lo llevamos haciendo desde 2016, solo que ahora estamos constituidos como cooperativa legalmente”. Fernando Willer dice que lo más difícil de constituirse como cooperativa es encontrar un grupo de gente que piense en forma asociativa: “Que dejen el “yo” afuera para pensar en el “nosotros” como grupo.»
Entonces la cooperativa surge como una necesidad de juntar fuerzas para trabajar en una causa común.
Nosotros veníamos de dos sequías que fueron las más grandes que existieron acá, de 2015 y 2016, y quedamos todos con números en rojo. Quizás la fuerza de los hechos nos llevó a juntarnos para buscar alguna alternativa para poder sobrevivir.
¿Cuáles son los beneficios que se tienen como cooperativa?
Por la vía del precio de la venta de la leche no es tanto lo que se puede mover la aguja, pero sí por el lado de los costos. Como grupo nosotros tenemos varias asistencias técnicas para nuestros productores, lo que nos permite bajar los costos de producción. Allí se ven beneficios interesantes. De hecho, nosotros hemos llegado a tener una lista de espera de gente que quiere ingresar al grupo. También tenemos un Programa de Desarrollo de Proveedores Propios de la Corfo, que asiste a los productores en cinco áreas. Por ejemplo, una de las asistencias que tenemos es agrónoma alimentaria. Es decir, nos enseñan a balancear la producción de un campo versus las necesidades alimenticias de las vacas, lo que quiere decir que con la misma cantidad de vacas podemos entregar mayor cantidad de leche. En otras palabras, se agranda el campo. Y como hacemos compras en conjunto de fertilizantes, uniformamos las mezclas, y reducimos los costos.
Esta cooperativa tiene las puertas abiertas para recibir a más productores lecheros, porque cada día le están pidiendo más leche. “El primer paso para eso es estudiar a los productores que postulen su ingreso, ir a verlos al campo, con nuestra gerenta, conocer las condiciones del productor. No se trata de recibir leche de mala calidad o de personas que no tengan interés en mejorar la calidad de su leche. Y no solo la calidad de la leche sino también la calidad humana.”, dice Rafael Osorio, director de Torrencial Lechero.
Javier López es el cooperado más pequeño de Torrencial Lechero. Tiene quince vacas en un campo que queda entre Río Bueno y Entre Lagos, y cuenta que en ningún momento dudó de entrar en la cooperativa.
¿Cómo ingresó a Torrencial Lechero?
Estaba con la soga al cuello. Yo entregaba leche a una quesería. Cuando llegó el día 30 de noviembre, aparte de deberme plata, desde la quesería me dijeron que no me podían comprar más leche. Me dieron una semana para buscar dónde entregar leche. Las queseras siempre tienen problemas económicos. Sobre todo, entre la primavera y el verano, que es cuando se les llenan las bodegas de queso. Así fue como empecé a buscar y entré a TL. Para entrar a TL cada cooperado debe pagar una cuota mensual por mantención, que corresponde a los gastos administrativos. Cada productor paga de acuerdo a la cantidad de litros que entrega. En mi caso yo tuve una franquicia que consiste en que, a diferencia de los otros cooperados que tienen que comprar cinco franquicias, yo debo comprar solo una. Como yo soy el más pequeño, conmigo hicieron una excepción para poder ser socio. Yo he sido hincha de TL, entonces creo que por eso no me quisieron dejar botado. Aunque si había que hacerlo, si hubiese tenido que pagar las cinco franquicias, lo habría hecho nomás.
¿Y cuánto vale cada franquicia?
Alrededor de un millón de pesos, es harta plata. Y si nos sigue yendo bien van a ir subiendo. Es un fondo que se va generando en el bolsillo sin saber, por las reparticiones de los excedentes.
Usted me dice que, en términos de precios del litro de leche, para usted ha sido súper bueno ser parte de la cooperativa. Y en términos humanos, ¿cómo ha sido el vínculo con los otros cooperados?, ¿en términos de capacitación?
Yo no he ido a ninguna capacitación. Ha habido, pero yo no he ido. Para mí es complicado porque yo lecheo solo, hago todo solo. Tengo las máquinas, tengo el estanque, y lo hago todo solo.
¿A qué hora se levanta?
A las 4:30, depende de la hora en que pase el camión. Si el camión pasa a las siete de la mañana, hay que tener lista la leche. Todos los días a las 4:30 de la mañana, de lunes a domingo. No hay domingos, no hay domingos para la vaca. Entonces para los productores lecheros tampoco hay domingos. La vaca no sabe que los domingos hay que descansar. Tampoco se le puede decir que un día traiga menos leche. Pero a mí me ha ido bien con TL, no puedo decir nada. Estoy conforme con todo. O sea, si yo miro al lechero de al lado y le pregunto cuánto le pagaron, me dice 170 y a mí me pagan 219. Yo he hablado con gente y les he dicho, vénganse a TL. Me dicen: Sí… lo vamos a pensar, es que hay que pagar un costo que es muy caro… Pero si uno saca la cuenta, con los 30 pesos de diferencia paga demás.
La oficina de Fernando Becker está en una casona cuyo patio termina en el río Damas. De sus paredes cuelgan doce litografías de Florencio Molina Campos, dibujante y pintor argentino del costumbrismo gaucho y la pampa. Fernando Becker, el presidente de la Asociación Gremial de Cooperativas del Sur y vicepresidente de la Asociación Nacional de Cooperativas de Chile, se sabe de memoria el Martin Fierro de José Hernández:
Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela,
Que el hombre que lo desvela
Una pena extraordinaria
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela.
“Nos interesa enormemente este convenio que hicimos con la Universidad de Los Lagos, porque en la medida en que vayamos inculcando este concepto de desarrollar el país con estructuras cooperativas, vamos a surgir todos. A mí no me interesa que surja una persona a expensas de los demás, me interesa que surjan todos. Si logramos extraer la riqueza de la tierra, y logramos forjar una situación decente para todas las personas que participan en el proceso, eso va a tener una belleza muy especial.
Esta asociación tiene un mérito tremendo y la vamos a mirar con mucho orgullo en unos años más. Hoy en día los jóvenes que salen de la universidad lo hacen con una idea de trabajo muy egoísta: tapando su proyecto, que nadie lo mire, que nadie le copie. Nuestra propuesta, va para el lado opuesto, que es abrir los proyectos a otra gente que puede participar con capitales y talento”.
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