Fue el pasado 8 de enero que culminó el trabajo del equipo de Psicología ULagos de la Sede Chiloé junto a vecinos y vecinas de la población Camilo Henríquez de Castro con un taller de arpilleras.
El primer hito de esta colaboración se realizó el 27 de noviembre del 2024, con una «Mateada por la Memoria» junto a vecinas de la población. Actividad que se enmarca en un proceso de investigación liderado por el investigador del CEDER Ulagos, Ricardo Rivas, cuyo objetivo es complementar su estudio sobre la recuperación de la memoria, tras el incendio forestal ocurrido el 9 de diciembre de 2021.
Para esa jornada, Rivas convocó a investigadores del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN). Fue así como Leila Juzam, coordinadora de la línea de investigación “Cultura del desastre y gobernanza del riesgo” e Ignacio Gutiérrez, director de la Unidad de Artes y Desastres –DESARTES, fueron quienes compartieron sus experiencias sobre intervenciones comunitarias ante desastres, presentando el manto conmemorativo y un taller literario relacionado con el aluvión de la Quebrada de Macul (Santiago) en 1993.
En esta presentación se destacó el rol del arte en la gestión de la memoria colectiva, permitiendo a las vecinas conocer las vivencias de otra comunidad afectada por un desastre.Ya el 28 de noviembre del mismo año, inició el taller de Arpilleras, coordinado por Andrea Espinoza Yáñez, tallerista y estudiante de primer año de Psicología y Paloma Gajardo Bustamante, académica de la carrera, quien señala:
“Este espacio ha sido muy importante para la carrera de Psicología, ya que nos ha permitido fortalecer el vínculo y el trabajo con la comunidad de la Población Camilo Henríquez. Agradecemos al equipo de CIGIDEN y a Ricardo Rivas del CEDER por brindarnos el apoyo necesario para iniciar este proceso junto a las vecinas y Andrea. También queremos expresar nuestro agradecimiento a las vecinas por su disposición para abordar temas complejos y dolorosos. Creemos que se logró crear un ambiente de armonía, donde el arte y el trabajo manual a través de la arpillera desempeñaron un papel esencial. Finalmente agradecer a la presidenta de la Junta de vecinos Carmen Antiñanco, por las gestiones y el interés de generar un trabajo colaborativo con la Universidad”.
Reconstrucción memoria colectiva
En la primera sesión se presentó el objetivo del taller: generar un diálogo y reconstruir la memoria colectiva sobre el incendio que afectó a la comunidad en diciembre de 2021. Las participantes compartieron sus experiencias personales y familiares, enfocándose en lo que deseaban recordar a través de sus obras, como sus hogares, espacios perdidos y mascotas, evocando recuerdos significativos.
A lo largo de sesiones semanales, las vecinas trabajaron en sus propuestas artísticas bajo la guía de Andrea Espinoza y la coordinación de Paloma Gajardo. El encuentro final del 8 de enero permitió a las participantes ensamblar una arpillera colectiva que reunía todas sus creaciones, reconociendo en esta obra sus sensibilidades, recuerdos y fortalezas.
Yolanda Mansilla, vecina y participante del taller confiesa:
“Doy gracias por compartir con nuestras vecinas, ya que nunca habíamos compartido juntas. Me sentí bien, no me animaba mucho ir y la primera vez con mi vecina del frente, Rosa, fuimos a ver y me gustó porque valoramos cosas lindas de nuestros recuerdos, de lo que pasamos, que eso ya es pasado, ya que hay que vivir el presente. Gracias igual a las profesoras que tuvieron el tiempo de venir a estar con nosotras.Fue lindo compartir, conversar y reírnos”.
Este entorno les ha permitido reconocerse y reflexionar sobre las experiencias compartidas no sólo en relación con el incendio, sino también sobre la historia de su población desde su conformación hasta los episodios más recientes. Además, han expresado su motivación para continuar con este espacio durante 2025.
La estudiante de Psicología y tallerista Andrea Espinoza Yañez, también se refiere al proceso: “Este trabajo realizado desde la carrera y en una relación de colaboración, entre la Universidad y la Población Camilo Henríquez, tiene un componente muy potente de colaboración mutua y recíproca, además de generarse un espacio de escucha amorosa, sororidad y acompañamiento para sanar el dolor postraumático luego de tres años de ocurrido el mega incendio. Gracias a las dirigentes y a las pobladoras, por abrir su corazón y sus sentires, compartiéndolos con nosotras y plasmándolos en sus significativas y bellas obras”.
Publicado por: Marcelo Águila Sandoval