Exponen sobre proyecto que a través de la alimentación propone la emancipación de la salud en Chiloé rural
Sede Santiago
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  • Expertos/as de diversas disciplinas se presentaron en la octava y última sesión de 2024 del Grupo de Estudios Sociales sobre Alimentación (GESA).

 

El pasado jueves 5 de diciembre de 2024 se llevó a cabo -de manera online- la octava y última sesión de 2024 del Grupo de Estudios Sociales sobre Alimentación (GESA), instancia colaborativa que reúne a investigadores e investigadoras de la Universidad de Los Lagos, la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica.

El espacio, titulado “Exploración de saberes alimentarios para una promoción emancipadora de la salud en Chiloé rural”, fue moderado por el miembro de GESA y académico de la U. de Chile, Daniel Egaña.

Participaron los/as investigadores/as Alejandra Leighton, Sebastián Medina, Natalia Picaroni y Soledad Burgos, quienes expusieron sobre un proyecto de investigación financiado por la Escuela de Salud Pública Salvador Allende de la U. de Chile, denominado “Alimentación, Territorio y Salud, Exploración Sociocultural y Participativa, con la Comunidad Educativa de la Escuela Rural de Quilquico, en Chiloé”.

Un proyecto para recuperar la soberanía alimentaria

El proyecto se ha desarrollado entre 2022 y 2024, y ha tenido como principal objetivo recuperar y valorar las prácticas alimentarias tradicionales de la isla, en un contexto de cambios socioeconómicos y culturales que han afectado la salud de las comunidades rurales. En este sentido, la iniciativa busca abordar la creciente pérdida de soberanía alimentaria que Chiloé ha experimentado desde mediados del siglo XX, impulsada por factores como el terremoto de 1960, la introducción de productos industrializados y la expansión de la industria salmonera.

Los cambios en la alimentación de Chiloé

Alejandra Leighton, antropóloga del equipo de Salud Rural del Depto. de Salud de la Corporación Municipal de Castro, presentó un análisis histórico y cultural sobre la evolución de la alimentación en Chiloé. Leighton destacó que, a partir de la década de los 50 y 60, la isla comenzó a perder sus prácticas alimentarias autóctonas, “lo que se tradujo en un aumento del consumo de alimentos ultra procesados”, señaló. Esta tendencia, sumada a la migración rural y el impacto de la industria, “ha generado serios problemas de salud, como la obesidad infantil, especialmente en áreas rurales y en islas menores”, afirmó.

En ese marco, la Escuela Rural de Quilquico -lugar donde se desarrolla el proyecto-, ha implementado un enfoque educativo que busca revertir estos efectos mediante la promoción de prácticas alimentarias tradicionales. A través de talleres y actividades participativas, los estudiantes y la comunidad local han comenzado a recuperar conocimientos sobre el uso de productos locales y saludables, favoreciendo el retorno a una alimentación más equilibrada y menos dependiente de los alimentos industrializados.

La salud colectiva y la promoción emancipatoria

Por su parte, Sebastián Medina, médico cirujano y académico de la Escuela de Salud Pública Salvador Allende de la U. de Chile, reflexionó sobre las bases teóricas del proyecto, señalando la influencia de la salud colectiva latinoamericana. Medina subrayó que el enfoque de promoción emancipatoria de la salud es fundamental “para empoderar a las comunidades en su relación con los saberes alimentarios, fomentando una salud no basada únicamente en la medicina convencional, sino también en los saberes ancestrales y en la justicia social y ambiental”. Este enfoque, que busca desafiar la “colonialidad alimentaria”, propone que la recuperación de las prácticas alimentarias tradicionales “es una forma de resistencia y decolonización frente a los efectos de la globalización y la industrialización”, sostuvo.

Educación ambiental y la recuperación de prácticas tradicionales

En tanto, Natalia Picaroni, académica de la Escuela de Antropología de la Universidad de Los Lagos, contextualizó el trabajo realizado en la Escuela Rural de Quilquico. Desde su fundación en 2007, esta institución educativa “ha sido un referente en la valorización de los saberes locales y en el desarrollo de un modelo educativo que no parte de la carencia, sino de la riqueza cultural de la comunidad”, indicó. Picaroni destacó que uno de los pilares del proyecto educativo de la escuela es la educación ambiental y el patrimonio cultural, lo que incluye la recuperación de prácticas alimentarias tradicionales. Un claro ejemplo de ello “es la implementación de un fogón para la preparación y consumo de alimentos locales, los talleres de cocina patrimonial y la construcción de un invernadero, que permiten a los estudiantes involucrarse directamente en la producción y el consumo responsable de alimentos”, remarcó.

Picaroni subrayó que, como reconocimiento a su trabajo en favor del patrimonio cultural tradicional, la Escuela Rural de Quilquico fue galardonada en 2023 con el premio Margot Loyola Palacios, un premio que resalta su contribución a la preservación y promoción de las tradiciones culturales de la isla.

Por último, Soledad Burgos, académica de la Escuela de Salud Pública Salvador Allende de la U. de Chile, presentó una reflexión sobre los cambios en las prácticas alimentarias y los modos de vida en Chiloé, centrada en la influencia de la industria salmonera y pesquera. Señaló cómo estas industrias han alterado el modelo económico campesino, que históricamente se basaba en la autonomía y la autogestión de los alimentos.

Asimismo, destacó el papel fundamental de la Escuela Rural de Quilquico en la revalorización de las prácticas alimentarias tradicionales a través de actividades pedagógicas que promueven la transmisión de saberes familiares. “Este enfoque de ‘pedagogía familiar’ permite a los niños aprender observando y participando en la preparación de alimentos, contribuyendo a mantener la economía familiar basada en el trabajo colaborativo”, dijo.

Al cierre, los/as investigadores/as concluyen que el proyecto llevado a cabo en la Escuela de Quilquico no solo destaca la necesidad de recuperar el conocimiento local sobre la alimentación, sino que también pone en valor la participación activa de la comunidad en la construcción de su propio bienestar.

Este tipo de iniciativas demuestra cómo la intersección entre la salud pública, la educación y la preservación cultural puede contribuir a una mejor calidad de vida en comunidades rurales, como las de Chiloé, en el contexto de un mundo cada vez más globalizado y marcado por la homogeneización de los patrones alimentarios.

La presentación se puede revisar en el siguiente link: https://youtu.be/c5bdnbqnC90.

Publicado por: Andrés Zanetti