Por Andrés Marín Ricke, Investigador del Centro del Centro de Estudios del Desarrollo Regional y Políticas Públicas (Ceder) de la Universidad de Los Lagos
Columna publicada el 1 de febrero en el diario Austral de Osorno
Hace pocos días Chile suscribió el Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional y Erradicación del Hambre 2030 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Este promueve políticas públicas integrales y pone en el centro a la agricultura familiar campesina y de pequeña escala para potenciar la producción de alimentos nutritivos, sanos y sostenibles. La iniciativa refuerza la actual política de desarrollo rural y representa una gran oportunidad de desarrollo para nuestra provincia y región. No obstante, potenciar la producción local requerirá enfrentar los desafíos del cambio global y la escasez hídrica.
En las últimas décadas se han observado cambios alarmantes en los patrones de precipitaciones, amenazando el acceso y disponibilidad de agua para la ganadería/agricultura y el habitar humano en zonas rurales. Lluvias más concentradas y extremas en invierno, temporadas de verano más largas y secas, y la disminución de los niveles freáticos, pronostican una incertidumbre hídrica que desafía la capacidad de las autoridades, los agricultores y las comunidades para adaptarse.
La dependencia histórica de nuestras cuencas de las lluvias y los deshielos, junto a una regulación ineficiente de los derechos de agua, han implicado un escaso desarrollo de infraestructura hídrica y de una organización social que permita enfrentar la sequía de manera integrada. En general, las soluciones públicas y privadas para suministrar agua a las personas (camiones aljibe), al ganado (pozos) y a los pastizales (áreas productivas) han sido reactivas, ineficientes y costosas. Además, los datos hidrológicos son escasos y dispersos, lo que ha dificultado la toma de decisiones informada y la construcción de confianza entre los actores.
Es tiempo de avanzar en el desarrollo de modelos locales de gestión y gobernanza del agua en nuestros territorios, co-construidos por las múltiples partes interesadas y basados en datos actualizados, escenarios y respuestas adaptativas. La estrategia ratificada no solo nos impulsará hacia una mejor nutrición con mayor participación de la pequeña agricultura, sino también nos obligará a una mayor articulación territorial de cuencas más resilientes.
* Andrés Marín es Sociólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Master of Natural Resources Management de la University of Manitoba, Canadá y PhD in Sustainability Sciences, Stockholm Resilience Centre, Stockholm University.
Publicado por: Natalia Araya Raccoursier