«Cátedra Abierta: Hacia el concepto de naturaleza de Hegel» fue el ciclo de tres clases on line sobre la filosofía de la naturaleza de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, filósofo del idealismo alemán, en la primera mitad del siglo XIX, que organizó la Universidad de Los Lagos, y que tuvo gran participación de los asistentes.
En este contexto, la actividad que fue de acceso para todo público, tuvo el objetivo de introducir y difundir la idea de naturaleza que tiene este autor. En tal sentido, la cátedra que tuvo el patrocinio de la carrera de psicología de la Universidad de Los Lagos, sede Puerto Montt, fue dictada por el Historiador Ignacio Martínez, de la Universidad Católica de Valparaíso y contó con la coordinación del psicólogo Manuel Aros, docente de la Universidad de Los Lagos.
El ciclo se desarrolló en tres clases: Hegel y la ciencia de su tiempo; Filosofía de la naturaleza del idealismo alemán; y la filosofía de la naturaleza de Hegel.
De la inspiración y objetivos de la actividad, la relevancia de la filosofía y el pensamiento crítico en los tiempos de incertidumbre que vive la humanidad, y la importancia de entregar el conocimiento a todo público, entre otros temas, conversamos con el historiador Ignacio Martínez.
- ¿Cuál fue el objetivo central de realizar estas clases en torno a Hegel?
El principal objetivo fue pensar a Hegel desde Chile. Ojalá difundir esa intención a otros investigadores de habla hispana. La filosofía de la naturaleza es, sin duda, el aspecto más descuidado y mal entendido de la filosofía hegeliana. Era un tema muy necesitado de una revisión directa y transparente en español. El Profesor Manuel Aros y la Universidad de los Lagos tuvieron la visión para compartir ese objetivo, muy acorde a su concepción de la función que debe cumplir una universidad pública. Me siento muy honrado de que me hayan dado la confianza para guiar dicho examen. En la escena de las ciencias sociales chilenas, muy delimitada por los criterios europeizantes que traen los académicos chilenos para limitar el pensamiento, este curso ha sido una briza de aire fresco. La idea fue transmitir esa libertad a los auditores, casuales o especialistas, del curso.
- ¿Cuál es la evaluación de esta actividad?
Muy positiva, las clases generaron preguntas y reflexiones estimulantes. Más que eso, sentí una retroalimentación con los auditores que trascendió las clases como tal. Los intercambios de ideas han sido fructíferos y muy valiosos en todo sentido. Por lo general, en Chile los académicos leen los autores universales (Platón, Aristóteles, Kant, Hegel, Adam Smith, Marx, etc.) sometidos a las opiniones de comentaristas “autorizados”, usualmente de Europa y el primer mundo. En ese sentido, el ejercicio promovido por el Profesor Manuel Aros y la Universidad de los Lagos ha sido invaluable. Promover una lectura directa de los textos, cuya discusión tenga como eje hipótesis de lectura originales, hipótesis que a su vez se evalúen y cuestionen según su calidad argumentativa, no según apelaciones a opiniones “autorizadas”.
- ¿Por qué hacer este tipo de actividad en el contexto que se vive: crisis e incertidumbre económica, política, social, psicológica, entre otras?
En nuestros tiempos, la ciencia se ha instalado como el único ámbito que genera certidumbre, y este juicio tiene un asidero empírico irrefutable. Sin embargo, la revisión histórica del idealismo alemán, como una filosofía de la naturaleza que tuvo impacto tanto en la investigación científica como en el avance técnico, implica considerar la posibilidad de una ciencia que tenga la vocación de colectivizar sus concepciones generales de la naturaleza. La relación entre arte y ciencia al interior de la Naturphilosophie, ya considerada como un elemento propio de una concepción general de la naturaleza que influyó en la idea moderna de evolución y en el principio de conservación de la energía, nos hace pensar y cuestionar lo distante que son hoy nuestros científicos respecto del público general. De todos modos, si bien los científicos naturales tienen el aval de su éxito empírico, los científicos sociales no tienen excusa para no avocarse a la democratización de su saber, a transparentar sus vicios, sus excusas, su incapacidad para abordar los problemas que conciernen, con urgencia, la esfera pública. Un sistema académico que estimula la reproducción de artículos vacíos y que, al mismo tiempo, apacigua el pensamiento original y espontáneo, claramente, no tiene en mente los intereses del público general.
- ¿Cuál era el público objetivo? ¿Qué impacto se pretendía obtener en auditores y estudiantes?
En un nivel académico, el objetivo era ofrecer una revisión en español de la filosofía de la naturaleza hegeliana, y del idealismo alemán en general. Por los últimos 150 años, la filosofía de la naturaleza hegeliana ha sido descuidada, sumida en supuestos y prejuicios, por la academia tradicional. Ofrecer una revisión directa, desprejuiciada, que otorgue valor a hipótesis de lectura originales, creo que dotó de un estándar digno de atención a esta iniciativa. Vuelvo a reiterar mi agradecimiento a la Universidad de los Lagos por el espacio y la confianza.
- ¿Cuál es la evaluación final, con qué se queda?
Me quedo con el entusiasmo, de auditores y patrocinantes. Le agradezco profundamente al Profesor Manuel Aros por su vocación pública a la divulgación del conocimiento, por su énfasis en atender a los argumentos más que a las credenciales académicas, por enfocarse en la unidad de propósito más que en las pretensiones de saber sin asidero. Respecto de los auditores, creo que su participación ha sido demostrativa de la sed que hay por espacios similares a este. Espacios que permitan el debate directo sobre problemas atingentes a nuestra sociedad, que no confinen sus contenidos a criterios metodológicos artificiales orientados a amedrentar el pensamiento original, criterios que cumplen una función disciplinar más que productiva.
- ¿Qué análisis y proyecciones se realizan a partir de este curso en relación a actividades futuras relacionadas a popularizar y divulgar el legado de los grandes filósofos?
Creo que continuar en una ruta similar promete resultados en la misma línea de los obtenidos. Todavía en ciencias sociales se descartan las ideas de Hegel en base a supuestos que no tienen ninguna relación con su pensamiento. En Historia, avalándose en la “revolución historiográfica francesa” –para ocupar la expresión de Peter Burke–, se habla en favor de los múltiples niveles del tiempo histórico, al tiempo que se le atribuye a la filosofía de la historia moderna una concepción lineal y determinista del tiempo histórico. Más grave aún, se le atribuye al conjunto de esa “filosofía de la historia” una concepción absoluta del tiempo y del espacio que fue atacada lógicamente no sólo por Hegel, sino con mucha antelación a él. Una lectura desprejuiciada de Hegel muestra la necesidad de revisión de estos argumentos. Simultáneamente, sería útil poner en cuestión los criterios de las ciencias sociales por la vía de cotejarlos con los de las ciencias naturales. Desde hace más de un siglo, las ciencias naturales han operado en base a leyes de la probabilidad. En cambio, la historiografía se ha escondido en la homologación teorética con la literatura, precisamente para no pronunciarse sobre cuestiones sustantivas: ¿qué constituye a un sujeto histórico? ¿Qué entendemos por problema histórico? ¿Por historicidad?, etc. Estas cuestiones quedan sometidas a la voluntad arbitraria del investigador. Estos son asuntos dignos de discusión y la filosofía de Hegel, leída desde Chile, desde Sudamérica, es un buen punto de inicio.
Publicado por: Marcelo Morales Mena