por M.Sc. Hernán Frigolett

Cuando se analiza la productividad se considera de manera simultánea el crecimiento de la producción, los procesos de inversión y el empleo. Sin embargo, la cuantificación de la incidencia de los factores productivos, capital y trabajo, en el aumento de la producción es tarea difícil, y se debe recurrir a indicadores simples que conforman una aproximación al fenómeno más complejo del crecimiento económico.

El Banco Central de Chile ha publicado las cifras del PIB regionalizado con mediciones en volumen que dan cuenta de la variación de la producción, y con mediciones a precios corrientes que cuantifican el efecto conjunto del volumen y de los precios de la producción. El valor agregado se ve afectado de manera simultánea por los cambios en el volumen de la producción y por la variación de precios de la producción y los insumos requeridos. La renta económica está explicada por el crecimiento y la variación promedio de los precios de los mercados de destino de la producción.

Variación de la Productividad según región

Fuente: Elaboración propia con data Banco Central e INE

La mirada a la productividad nacional, medida a través del indicador de Valor Agregado por persona ocupada, muestra un estancamiento en torno a los 16 millones de pesos por ocupado si se considera el efecto conjunto de la variación del volumen de la producción y de la ocupación de cada una de las regiones. Si se considera además el efecto de los precios en la valorización de la producción, en el período de cinco años se logra un incremento a los 20 millones de pesos por ocupado, es decir una variación de 25% aproximadamente, cercano a un incremento del 4% anual.

Otra manera de enfocar la dinámica de las economías regionales es la de analizar la normalidad de la distribución con respecto al promedio, y se puede apreciar que en 2013 eran sólo cinco las regiones que superaban el resultado promedio nacional, de las cuales tres son regiones mineras, a las que se adicionan la región metropolitana de Santiago y la de Magallanes. Todas las regiones del Bío-bío al sur están por debajo del promedio nacional.

En este contexto, el indicador de productividad de la Región de Los Lagos presentaba una brecha del 42% por debajo del promedio nacional en el año 2013, que fruto del crecimiento relativo de la productividad regional se redujo al 36% en 2017, y si se considera el avance conjunto de la mayor producción y la mejora de precios relativos ocurridos entre 2013 y 2017, se reduce la brecha a 27%.

Así, en términos de visión regional comparada, el período 2013-2017 muestra un avance destacado de la Región de Los Lagos en materia de crecimiento de la producción, de la productividad factorial superior al del resto de las regiones de la zona sur, Adicionalmente, el ciclo de precios ha sido muy favorable para los productos más relevantes de la producción regional, en el ámbito de las exportaciones con una variación favorable del tipo de cambio, y en lo que se refiere a productos de consumo habitual en los que la región es un proveedor importante para la demanda interna nacional, tanto en productos del mar como en productos derivados de la ganadería, lácteos y carne. Este último aspecto ha logrado un avance relativo importante para cerrar las brechas de valoración de la productividad ya que, como contrapartida, el ciclo de precios no ha sido tan favorable para las regiones del norte del país, específicamente en el caso del cobre y sus derivados.

En cuanto al empleo, en la región de Los Lagos el empleo creció 4,7% entre 2013 y 2017, por debajo del promedio nacional de 6,3% para el mismo período. En cuanto al tipo de empleo, el asalariado crece muy poco en la región, tan solo 1,1% mientras que el promedio país varió 4,2% entre 2013 y 2017, pero el empleo por cuenta propia se expandió 11,8% en la región de Los Lagos, mientras que el promedio nacional fue de 17,4% porque en la Región Metropolitana de Santiago el aumento de este tipo de empleo superó el 25%. El efecto del crecimiento regional, junto al de mejora de precios relativos se concentró en actividades para las cuales el empleo no asalariado tiene baja incidencia, por ende, el impacto en el crecimiento de la productividad tiene que ver con mejor eficiencia y mayor uso de las capacidades instaladas.

Foto: Claudius Prößer, Mall costanera. Con Licencia CC