Durante los últimos años se ha realizado investigación básica y aplicada que ha dado pie a una red de insumos para aportar a la descontaminación de las ciudades del sur de Chile.
Hace más de una década, Osorno pasó a formar parte de las ciudades que a nivel nacional presentaban serios problemas de contaminación ambiental. Su status ya no solo se reducía a carne y leche como fue tradicionalmente, sino que también comenzó a aparecer como una de las urbes más contaminadas de Chile, junto con Santiago (que ya no era novedad), con Temuco y Coyhaique por mencionar algunas de regiones.
Un ranking al que nadie quiere pertenecer. Conforme pasaron los años, paralelamente al crecimiento territorial y poblacional de la ciudad, el incremento de la contaminación de Material Particulado (MP) fino, de diámetro 2,5µ, fue superando la norma permitida y cada año fueron más los periodos de pre emergencia y emergencia ambiental.
Primero se hablaba del MP 10µ, una partícula contaminante de mayor presente en la ciudad, sin embargo, el uso indiscriminado de leña, especialmente de la leña húmeda nos al verdadero peligro: la partícula más pequeña, el MP 2,5. Los contaminantes de este diámetro pueden penetrar mucho más fácil por la vía respiratoria. Y precisamente así lo hace cada año, afectando a cientos de niños y adultos mayores, una población de salud particularmente sensible.
Uno de los primeros profesionales en alertar en 2003 sobre este problema en Osorno fue el médico broncopulmonar Edgardo Grob, quien, como integrante de la Sociedad Chilena de Enfermedades Respiratorias daba cuenta de un estudio revelador. “Hay una publicación extremadamente contundente de la Organización Mundial de la Salud, donde habla que a nivel mundial, en las ciudades contaminadas la totalidad de muertes anuales son cercanas a los 10 millones de personas, y si se saca la proporcionalidad de acuerdo al número de habitantes que hay en Osorno, habrían cerca de 40 a 45 fallecimientos por causa directa de la contaminación”, advirtió el experto en esa época.
En la comuna de Osorno, tras el paso de diversos gobiernos, el problema no ha decrecido, sino se ha incrementado al compás de una serie de intenciones que no logran concretarse en soluciones reales o de un cuestionado PDAO (Plan de Descontaminación Atmosférica de Osorno) que contempla el recambio de calefactores domiciliarios, lo que si bien es un avance, claramente no responde a la gran demanda de la población, que por costumbre y por situación económica, no da el paso de cambiar sus artefactos de calefacción por otro que no sea la tradicional leña.
Investigación y Academia
La Universidad de Los Lagos, como institución regional con más de 25 años de desarrollo en la zona, tampoco ha estado ajena a este problema y considerando que el conocimiento científico pertinente es la base para dar sustento a políticas públicas que contribuyan al desarrollo de la región, ha abordado este fenómeno perjudicial para la calidad de vida de las personas, desde distintas perspectivas.
Ejemplo de ello es el proyecto FIC (Fondo de Innovación para la Competitividad) que en 2013 se adjudicó la Universidad a través de un equipo de académicos del Departamento de Ciencias Sociales y del Departamento de Ciencias Administrativas y Económicas, iniciativa que dirigió el académico Gustavo Torres y que benefició a una comunidad mapuche huilliche de San Juan de la Costa.
Se trató de un secador de leña con ventiladores para la circulación del aire, placas fotovoltaicas para almacenar energía y hacer funcionar los ventiladores, además de extractores, todo lo cual permitió a los pequeños productores de leña mejorar la calidad de su producto y con ello aportar a la disminución de material particulado fino emanado desde las chimeneas de sus compradores.
En esta misma línea, el Dr. en química e investigador de la ULagos, Emir Valencia, dirigió un proyecto desarrollado por un equipo de 6 investigadores de Fitogen consistente en el desarrollo de un combustible alternativo consistente en briquetas a base de semillas de la rosa mosqueta – un abundante y fructífero arbusto nativo – y desechos de pino, eucalipto y papel reciclado de oficina. El producto es una briqueta combustible de alto contenido calórico gracias al aceite que contiene la rosa mosqueta, que además de todos los beneficios cuyo consumo tiene para la salud humana, aporta a una combustión sin contaminación.
Esta iniciativa, financiada con mediante un fondo interno de investigación en ciencia aplicada, pudo vincular el trabajo de los recolectores de fruta de la costa de la región que venden su producto a la Planta Procesadora de Alimentos de la Universidad que produce con ellos mermeladas y otros productos comestibles como parte de la actividad formativa.
50% del fruto rosa mosqueta está compuesto por semilla.
Monitoreo de la calidad del aire y su incidencia en la salud de las personas
Un equipo de investigadores ULagos, liderados por Ricardo Fernández y Rodrigo Márquez, junto a las Secretarías Regionales de Salud y Medioambiente, se adjudicaron un proyecto FONIS para establecer una Estación de Monitoreo Experimental Meteorológica y de Calidad de Aire en Osorno.
Con esto, la comuna cuenta por primera vez con una medición real y concreta para el vasto sector de Rahue, en la escuela Emprender, la que viene a apoyar la única estación existente hasta ahora, ubicada en el sector El Alba de la zona oriente de Osorno. Esto implica que los datos se complementan y por ende, resultan aún más certeros respecto de lo que ocurre en todo el radio urbano.
La iniciativa se denomina “Morbilidad cardiorespiratoria inducida por la contaminación ambiental en la comuna de Osorno” y está ubicada en la escuela Emprender de Rahue.
“Técnicamente, la representatividad de la muestra de aire que mide la estación de monitoreo El Alba tiene un radio de 2 kilómetros, lo que abarca aproximadamente el 40% de la superficie urbana. Con esta nueva estación de monitoreo llegamos a un poco más del 80%, es decir, doblamos la cobertura debido a la ubicación en la que estamos, al tipo de equipo y al volumen de aire que toma. Durante todos los días, cada una hora entrega datos”, de esta forma, la toma de decisiones sanitarias puede hacerse en base a conocimiento certero y actualizado, según explicó el director del proyecto, Ricardo Fernández.
Por Loreto Bustos Novoa
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